Nota extraída de television.com.ar

Ante todo el mérito es de sus autores, que contrariamente a lo que pasa siempre cuando una historia se estira, los niveles de audiencia se incrementaron notablemente, y lograron algo que hace tiempo no pasa en nuestra televisión: que una novela rosa llegue a los 20 puntos de rating.
Fue también Don Juan y su bella dama el trampolín para que Isabel Macedo pase a ser considerada una de las mejores villanas de nuestra televisión, y también, fue el grito que avisó la llegada de Benjamín Vicuña a la ficción de nuestro país.
El final de la novela parecía nunca llegar, y cada vez que la historia estaba por resolverse, llegaba su extensión, y con ella, mejores números, lo que redundaba, en que nadie quisiera darle un corte.
Don Juan y su bella dama demostró que los culebrones aún están vigentes en nuestra televisión. Que el público todavía se identifica con la vida de un galán o con la de una heroína, y que el horario no es una limitación para las ganas de ver televisión.
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